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Evangelio Domingo de la cuarta semana de Tiempo Ordinario.

Aleluya Lc 4, 18
R. Aleluya, aleluya, aleluya

El Señor me ha enviado a evangelizar a los pobres, 
a proclamar a los cautivos la libertad. R.

EVANGELIO
Jesús, como Elías y Elíseo, no solo es enviado a los judíos
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 4, 21-30

En aquel tiempo, Jesús comenzó a decir en la sinagoga:

«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír»

Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca.

Y decían:

«¿No es éste el hijo de José?»

Pero Jesús les dijo:

«Sin duda me diréis aquel refrán: “Médico, cúrate a ti mismo”; haz también aquí, en tu pueblo, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún»

Y añadió:

«En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio».

Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se seguía su camino.

Palabra del Señor.

Evangelio Domingo de la tercera semana de Tiempo Ordinario.

Aleluya Lc 4, 18
R. Aleluya, aleluya, aleluya

El Señor me ha enviado a evangelizar a los pobres,
a proclamar a los cautivos la libertad. R.

 

EVANGELIO
Hoy se ha cumplido esta Escritura
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 1-4; 4, 14-21

Ilustre Teófilo:

Puesto que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros, como nos los transmitieron los que fueron desde el principio testigos oculares y servidores de la palabra, también yo he resuelto escribírtelos por su orden, después de investigarlo todo diligentemente desde el principio, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.

En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan.

Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:

«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; para proclamar el año de gracia del Señor».

Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que le ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él.

Y él comenzó a decirles:

«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».

Palabra del Señor.

Evangelio Domingo de la segunda semana de Tiempo Ordinario.

Aleluya Cf. 2 Tes 2, 14

Aleluya, aleluya, aleluya

Dios nos llamó por medio del Evangelio

para que sea nuestra la gloria e nuestro Señor Jesucristo. R.

 

EVANGELIO

Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea

Lectura del santo Evangelio según san Juan 2, 1-11

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino». Jesús le dice: «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora». Su madre dice a los sirvientes: «Haced lo que él diga». Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dijo: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dice: «Sacad ahora y llevádselo al mayordomo». Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al esposo y le dice: «Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora». Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él.

Palabra del Señor.